El gasto de al menos 3,453 de millones de pesos que ha hecho la Junta Central Electoral (JCE) para comprar nueva tecnología en cada proceso electoral de los últimos 15 años puede considerarse como un dispendio de recursos públicos o como una inversión necesaria para la democracia, según el punto de vista.
Los delegados que representan a los partidos políticos ante la JCE, algunos de los cuales han vivido los convulsos momentos políticos en que se llevaron a cabo estas licitaciones, interpretan de manera distinta el gran sacrificio que se ha hecho históricamente en equipos que se usarían un día y que, en algunas experiencias, no funcionaron en ese momento clave.
Critican la forma “alegre”, “desacertada”, e improvisada en que, entienden, se implementaron esos equipos, aunque están de acuerdo en la necesidad de automatizar procesos y la implementación de un sistema definitivo que no deba ser renovado cada año
Javier Ubiera, representante de Fuerza del Pueblo (FP), valora positivamente que se haga este tipo de sacrificio en virtud de la importancia que tiene el evento electoral para la estabilidad del país.
“Las elecciones y su valor en la democracia y en la institucionalidad de un país no pueden ser resumidas a un día. El resultado de ese día define quienes dirigen el país a través del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, y eso, a su vez impacta en el presente y el futuro de nuestro país”, argumenta.
Sostiene que unas elecciones correctas permiten que se pueda vivir en un orden democrático y con estabilidad política y social, y eso, afirma, representa todo para un país. Nos pone como ejemplo a Haití.
“Todo el esfuerzo que se pueda hacer para ello debe ser bien valorado, pero también tenemos nosotros que tomar decisiones sobre las modalidades de votación y escrutinio que sean más sostenibles en el tiempo, cosa que es un tanto complicado, ya que la tecnología cambia bastante rápido, y se hace vulnerable en seguridad en poco tiempo”, advierte el delegado político.
En esa misma línea, el delegado técnico del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Robert Arias, considera que, con sus altas y sus bajas, el uso de la tecnología en el discurrir de los años ha sido beneficioso para la democracia.
Recuerda el fracaso de la automatización del voto de febrero de 2020, que terminó en la suspensión y repetición de las elecciones municipales.
“La JCE ha tomado decisiones desacertadas, por ejemplo, con los escáneres del 2016 en el sentido de que para el voto automatizado los sistemas no tenían la rigurosidad para ese conteo, pero, de todas formas, se les han sacado su provecho”, asegura el político.
Volver al voto automatizado
Danilo Díaz, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), favorece la automatización del voto y la vuelta a los equipos que se usaron en el 2020 para superar las vulnerabilidades del método manual.
Critica, sin embargo, el sistema usado en el 2016 por considerar que era una tecnología que no se había usado en otra parte del mundo y para la cual habían usado a los dominicanos como “conejillos de india”.
“Creemos que deberíamos migrar a un sistema de votación único y definitivo, de manera que no haya que recurrentemente hacer cambios, porque la JCE ha sido víctima de eso en el pasado y lo ha sido porque la selección de los sistemas de votación que se han adquirido han sido ensayos en la República Dominicana”, acusa el diputado.
En la cancha del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Tácito Perdomo aboga por la automatización del escrutinio como una medida que contribuye a agilizar y transparentar el conteo de los votos y la transmisión de los resultados.
- Reprocha, sin embargo, la forma en que esto se intentó aplicar en 2016. “Un plan plagado de decisiones alegres, quizás movidas por la arrogancia que inocula el poder”, indica. Recomienda empezar a tiempo el proceso si se quiere aplicar este cambio en 2028.
“Vale señalar que a esos males se sumó el uso posterior que se dio a esos equipos, distribuidos entre países que, aunque amigos, solo sirvió para consolidar amistades y favores personales. Una parte se distribuyó en instituciones del Estado dominicano, aunque con un grado de secretismo inexplicable, otros, una cantidad considerable, se dañó o entró en obsolescencia en depósitos privados, alquilados a precios que asombran”, lamenta el dirigente reformista.